Mgter. Nelson Riquelme Pereira
En
la película de 1994, “Junior”, el actor Arnold Schwarzenegger por medio de un
experimento científico se embaraza y tiene un bebé. ¡Qué va!
Una perfecta locura, un sin sentido.
En términos reales, la noción de un hombre embarazado no puede suceder
sencillamente porque los hombres no poseemos el equipo biológico necesario para
la concepción. Sin embargo, el embarazo
masculino ocurre a través de reproducir en sí mismos los síntomas del embarazo
femenino.
Los
científicos han descubierto que un número significativo de hombres, cerca del
10%, padece los mismos o similares síntomas de sus parejas embarazadas. Esto es que reflejan padecimientos como
nauseas, vómitos, calambres, dolores de espalda, cansancio, presión arterial
baja, ganancia de peso y algunos desajustes hormonales hasta problemas
psicológicos y malestar emocional, incluyendo cambios en el estado de ánimo, y
nerviosismo. Este padecimiento ha
recibido el nombre de Síndrome de Couvade y aunque no presenta causas médicas
está siendo considerado como una condición psicológica importante.
En
el plano psicológico los hombres que experimentan estos síntomas se sienten más
tiernos y emocionalmente vulnerables o sensibles, pueden experimentar celos y
sentimientos de abandono, e incluso preocupaciones por su estado de salud y las
condiciones del embarazo.
Aunque
no se conocen causas muchos psicólogos y psiquiatras consideran que el síndrome
surge por la identificación psicológica profunda o implicación emocional y
mental intensa entre el hombre y su pareja y se ha observado que ocurre con
mayor frecuencia en los padres primerizos y en parejas que han tenido varias
pérdidas o que han esperado tener hijos por mucho tiempo. El padecimiento acompaña el periodo de
gestación pues tiende a disminuir o desaparecer a los tres meses o con el
nacimiento del bebé.
Hay
varias explicaciones de esta condición y van desde la consideración de la
psicología profunda acerca de que estos síntomas tienden a “somatizar la
ansiedad, que reflejan la rivalidad del pseudo-hermano, la ambivalencia sobre
la paternidad, la identificación con el feto o la envidia del parto” (H. Klein,
1991) hasta aquellas de corte más psicoantropológico que sugieren que estos
síntomas son “el equivalente psicosomático de los rituales primitivos de la
iniciación en la paternidad (investigadores de la Universidad de Pisa,
1994). Todavía otras explicaciones
sugieren la identificación del futuro padre con la mujer gestante como causa
fundamental.
En
todo caso, el padecimiento existe y su tratamiento está más en el camino del
apoyo, la comunicación y el conocimiento, primero de que la condición es más
común de lo que se cree y luego de que su tranquilidad, la comunicación con su
pareja y la planificación temprana del embarazo y su evolución le darán la
seguridad necesaria. Se desprende un
aprendizaje importante de esta condición y es que la paternidad se inicia mucho
antes de que los niños nazcan y de que muchos padres se involucran mucho más en
embarazo de sus parejas de lo que se cree.
En el plano del conocimiento, hay mucha información en Internet sobre
este tema y su lectura contribuye a la tranquilidad de los futuros padres.
Este articulo lo publique en la Revista Mamá de Hoy o en la Revista Arrocha. No recuerdo en cual.