martes, 24 de febrero de 2015

El Sindrome de "burn out": definición y recomendaciones

sábado 3 de marzo de 2012 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme Pereira
Psicólogo
Redacción digital
online@laestrella.com.pa


A Anastasia Cristina no le apetece nada. A pesar de que tiene 17 años en el trabajo que siempre quiso, de unos meses para acá se siente muy cansada y molesta, aunque no sabe por qué. Ha ido al médico y está bien de salud, pero no de ánimo. Sin embargo, Anastasia Cristina no siempre fue así. Alguna vez tuvo la sensibilidad a flor de piel y los problemas de la gente llegaron a partirle el corazón. Luego, por razones de sobrevivencia, se hizo fuerte, aprendió a sobrellevar las tragedias, a pensar que no era su problema y, hubo un tiempo en que fue bastante efectiva. En el pasado incluso ganó premios de desempeño y su conducta siempre se consideró ejemplar. Pero paulatinamente, la empatía se transformó en indiferencia ante el sufrimiento humano, la sensibilidad dio paso a la insensibilidad, que con el tedio, la rutina, la burocracia del trámite, el horario incomodo y asfixiante y la pereza, de manera inconsciente, dio como resultado la atención ruda, despiadada y sin corazón. ¿Qué le ocurre a Anastasia Cristina? ¿Qué circunstancias hay detrás de su cambio? ¿Podrá recuperarse?
 
Por la descripción del padecimiento de Anastasia Cristina se puede conjeturar que está sufriendo una enfermedad de la sociedad actual conocida como ‘burn out’ o síndrome de ‘estar quemado’, Este síndrome ‘se refiere a un estado de agotamiento emocional, físico y psíquico grave en el que la persona se derrumba a causa del cansancio mental o estrés que surge de la interacción social y ante una rutina laboral’. Este síndrome afecta principalmente a personas que por su profesión acostumbran a atender a los demás, entre ellos personal médico, policial, sanitario, administradores y educativo y se caracteriza por un proceso de despersonalización que puede ser grave.


El trastorno se produce en un largo periodo de tiempo, es un proceso progresivo e incapacitante, en cual la persona percibe que no puede dar más de sí a los demás, al sentirse abrumada por las demandas emocionales de los otros. Este trastorno incluye la exposición gradual al desgaste laboral, al desgaste del idealismo, a la falta de energía y de logros y a la consecuente desmotivación. Entre los síntomas que puede provocar el síndrome están baja autoestima, abandono, irritabilidad, cinismo, aburrimiento, incompetencia, autovaloración negativa, un estado de frustración agobiante con melancolía y tristeza, sentimientos de impotencia, pérdida, fracaso, estados de neurosis, en algunos casos psicosis con angustia y/o depresión e impresión de que la vida no vale la pena, llegando en los casos extremos a ideas de suicidio.

Entre los factores que precipitan la aparición de este síndrome están los factores ambientales, como el continuo trato con personas gravemente enfermas, los factores personales y factores desencadenantes, que terminan invadiendo la vida social y familiar del afectado, que opta por aislarse y quedarse solo. Además de estos factores es necesario mencionar los factores relacionados con la naturaleza del trabajo, con variable organizacional e institucional, con la variable interpersonal (colegas, familia, amigos, redes de apoyo social) y con la variable individual (características del profesional como edad, sexo, experiencia, rasgos de personalidad).

Para prevenir el síndrome de ‘burn out’ es conveniente que se entienda que para atender a los demás se debe estar en condiciones, se debe cuidar de sí mismo, conocer su cuerpo, entender sus señales y atender su salud mental. Por tanto, se recomienda realizar un ritmo de trabajo que no sea excesivo, respetando las pausas de comida, descansos, ocio productivo, etc. Tomar medidas de precaución, por ejemplo, cuando se sienta tenso, hacer una pausa y procurar hacer una pequeña relajación, para luego continuar. También puede decir ‘no’, cuando le encomienden más tareas de las que pueda realizar y procurar favorecer el trabajo en equipo. Es muy importante establecer fronteras entre su trabajo y su vida privada, cuidar su ambiente familiar, hacer gimnasia, masajes, relajación y apoyarse en su red social: familia, amigos, compañeros. Sin embargo, en caso de presentar el síndrome se hace necesario acudir a un profesional de la psicología.

Tranques: Efectos en la Salud Mental

sábado 4 de febrero de 2012 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme Pereira
Psicólogo
Redacción digital
online@laestrella.com.pa
 
En una conversación, Alberto comentaba sobre el tranque que había vivido en los últimos días y señalaba que en un momento sintió tal desazón, angustia e ira que le dieron una ganas de estrellar su auto contra los otros carros hasta salir. Seguido, Lucho comentó que él sintió casi igual. Relató que viajando en un Metrobús atestado experimentó la misma angustia, empezó a sudar, se puso frío y le dieron ganas de golpear, bajarse del bus y salir corriendo por la calle. 


Todos los presentes comentaron que en algún momento sintieron cosas similares y coincidieron en preguntar si sería que se estaban volviendo locos, que qué era lo que les pasaba cuando estaban en un tranque como los que están ocurriendo en la ciudad. Aunque en las listas de factores productores de estrés y ansiedad no aparecen los tranques, Alberto, Lucho y los otros sufren de estrés y ansiedad. Y estar sometidos a periodos prolongados de estos puede provocar problemas serios de salud mental y dar lugar a trastornos psicológicos y de conducta que pueden desencadenar en problemas graves para la salud general. 


El estrés ‘es una reacción fisiológica natural del organismo’, que activa diversos mecanismos de defensa para afrontar las situaciones percibidas como amenazas a la integridad física o psicológica de las personas. El estrés puede ser cualquier estímulo (un tranque), externo o interno que, de manera directa o indirecta, propicia la desestabilización en el organismo. Son estresores comunes en los tranques vehiculares: el ruido, el humo y el calor; los autos circulando por todas partes; el aislamiento y confinamiento; bloqueos en los intereses personales, la presión de grupo o de otros conductores y, sobre todo, la frustración.

La ansiedad, por su parte, ‘es una respuesta automática que produce el cerebro ante el reconocimiento de un peligro inminente’, que genera una respuesta de huida o evitación, que no puede ocurrir en el tranque. Así se tiene que ‘no es de extrañar que las personas se acerquen con cautela a una calle transitada cuando se ha sufrido algún percance en otra calle transitada. También puede ocurrir que ni siquiera se haya experimentado por sí mismo el peligro para que se conduzca con cautela.

Toda vez, que el tranque será inevitable por los próximos tres años, que este es el precio que debemos pagar para tener una ciudad moderna y que consecuentemente cada vez tendrá un efecto mayor sobre el estrés y la ansiedad de conductores y transeúntes, se recomienda tomar en cuenta las siguientes sugerencias:
  • Prepararse para la situación de tranque y anticiparse mentalmente para afrontarla;
  • utilizar técnicas psicológicas (visualización) para manejar la situación en el tranque;
  • administrar su tiempo constructivamente; salir 30 minutos o una hora más temprano;
  • permitirse tiempo adicional;
  • programar descansos y tomárselos cuando el tranque se haga muy desesperante para usted;
  • hacer una lista de deberes y trazar su ruta de antemano; priorizar la lista y descomponer los proyectos en partes pequeñas;
  • realizar ejercicios físicos antes o después de viaje; mantener una dieta saludable para evitar percances en el camino.
  • Además, tener al menos dos ataques de risas (liberación de endorfinas) en el camino;
  • mantener un clima agradable durante el tranque,
  • evitando preocupaciones;
  • tomarse un tiempo para la relajación mediante los juegos de mentales individuales o en grupo;
  • aprender técnicas de relajación que pueden usarse mientras está en el tranque;
  • sintonizar música o programas agradables en el radio de su auto o en un dispositivo musical personal (MP3, MP4, celular u otro);
  • desarrollar la inteligencia vial para evitar accidentes, cruzar la calle y cultivar una cultura vial;
  • hablar y procurar el desahogo de las tensiones del momento, y;
  • cuando sea posible utilizar el sistema público de transporte o caminar en lugar de usar el auto o el bus.

La Amistad tambien es cosa de hombres

sábado 14 de enero de 2012 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme Pereira 
Psicólogo

Redacción digital
online@laestrella.com.pa

Willy, Edgardo Parker, murió en agosto de 1984, hace 28 años, era mi amigo, el primer y mejor amigo de esos años turbulentos que, con su ayuda, configuraron mi vocación personal, definieron mi personalidad y contribuyeron a la creación de mi futuro. Aún hoy, desde su ausencia forzada, sigue orientándome y señalando el camino, cada vez que recuerdo los planes y proyectos que trazamos en las tardes que, en torno a unas cuantas cervezas, destrozábamos y arreglábamos el mundo de acuerdo al papel que deseábamos jugar en él.
El recuerdo, siempre presente, de Willy me ha llevado a pensar en el significado de la amistad, sobre todo la amistad entre los hombres, la amistad entre los panameños, amistad de machos sin sentimentalismos baratos, sin expresiones de afecto. Porque entre los amigos no se requieren expresiones de afecto. Es más, se suele insultar, molestar, maltratar, hacer bromas pesadas a las personas a las que se considera amigos, en nombre de la amistad, sin que se sientan heridos o insultados.
A los extraños no se le hacen bromas, no se le dicen palabrotas ni son objeto de favores. Con los amigos se comparten experiencias, conocimientos e incluso medios económicos porque la amistad es un vínculo basado en la confianza mutua, no puede existir por separado, es dual, y tiene como objetivo ayudarse entre sí. La amistad nace libremente al compartir una zona común de intereses, afinidades y objetivos personales, no puede imponerse, programarse, no se basa en conveniencias individuales y requiere esfuerzo personal y disposición para mantenerse. Con los amigos se comparte desde el nacimiento de un hijo, la compra de una casa, un aumento salarial, un partido de fútbol o dominó, unas cervezas, una fiesta hasta una tragedia personal, un despido laboral o la muerte de un pariente. Se busca a los amigos cuando se requiere un consejo, se necesita una información, una ayuda o para compartir ideas o proyectos. Los verdaderos amigos no requieren estar cerca ni todo el tiempo presentes. Solo se necesita saber que están disponibles a un telefonazo, un correo o un aviso a distancia y estarán allí prestos a conversar o a ayudar.
Los valores humanos asociados a la amistad son la confidencialidad, la lealtad, la sinceridad, la reciprocidad, el respeto, la confianza, la comprensión, la generosidad, la incondicionalidad, la paciencia y el afecto mutuo. Los amigos verdaderos están en los buenos momentos y no fallan en los malos, sin egoísmos ni trampas.
La amistad se aprende en la infancia, hacia los tres años, hasta la vida adulta, cuando el niño comienza a compartir sus juegos, sus proyectos, sus problemas, sus inquietudes, sus fracasos y sus sueños. En la juventud la amistad juega un papel fundamental para el desarrollo psicológico y personal del joven-adolescente, ya que su medio social lo conforman personas de su edad con quienes comparte la mayor parte de su tiempo. Mientras que los niños que tienen amigos hablan más y establecen turnos para dirigir a otros y para seguirlos, alternando ambos comportamientos; los adolescentes encuentran en los apoyos de la amistad una gran liberación a su confusión mental y emocional, sintiendo la imperiosa necesidad de ‘aliarse’, de relacionarse con otras personas de su condición y edad.
En síntesis, como dice Eliezer Caro Martínez, ‘una de las más grandes satisfacciones que tiene el ser humano, es la seguridad de contar con grandes amigos‘, quienes, con el paso del tiempo, fortalecen su amistad y sin darse cuenta, la convivencia les trae aficiones, gustos e intereses en común, comparten preocupaciones, alegrías, triunfos y la seguridad de contar con un apoyo incondicional mutuo. Más aún, ‘los verdaderos amigos siempre se ayudarán mutuamente a superar y a vivir mejor, porque el interés está puesto en la persona, no en sus pertenencias, posición o lo divertido que pueda ser. La confianza, el consejo oportuno sobre las buenas costumbres, hábitos, diversiones o el orden de los afectos, constituyen muestras claras de aprecio, compromiso y responsabilidad’.
ORIENTADOR EN SALUD MENTAL

El Tesoro en la Mente: Siete Fases del Proceso Creativo

sábado 3 de diciembre de 2011 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme Pereira                     
Mgter. en Orientación en Salud Mental    
Redacción digital
online@laestrella.com.pa


Motivado por la conversación con Demetrio y por sus interrogantes, emprendí una búsqueda tenaz de los conceptos más relevantes acerca de la creatividad. Encontré que la creatividad puede ser desarrollada e incrementada, que es afectada por las experiencias, las habilidades cognitivas, la motivación y la personalidad, que implica una habilidad para cuestionar asunciones, romper límites, reconocer patrones, ver las cosas de otro modo y realizar nuevas conexiones y que el proceso creativo discurre por siete fases, que se describen a continuación:

  1. Interrogante u objetivo a resolver: La mente funciona resolviendo problemas. El planteamiento de un problema, incógnita, conflicto, situación, pregunta o desafío es la primera etapa del proceso creador y debe ser formulado lo más claro posible para así orientar mejor la tarea que sigue.
  2. Acopio de Información: La fase siguiente consiste en recoger toda la información respecto al problema, documentándolo y procesándolo para lograr un entendimiento pleno. Esto requiere que se colecte y asimile una cantidad importante y variada de información.
  3. Incubación: Suele ser una etapa muy sensitiva que discurre en el plano de lo inconsciente, por lo que es, en esta estructura de la mente, donde la información asimilada recibe su procesamiento o elaboración no consciente. Esto generalmente ocurre con aquellos proyectos con los que se tiene una gran motivación o implicación emocional (‘preocupación creadora’).
  4. Iluminación: Es el momento en el cual una idea, una imagen, emerge de pronto del inconsciente y aporta la ansiada, la esperada y posible solución del problema. Es el instante de la inspiración, cuando aparece la idea luminosa ante los ojos del creativo intempestivamente, surgiendo en el momento menos pensado, frecuentemente en el transcurso de actividades que ocupan poca capacidad de atención. La iluminación, ‘Eureka’ o ‘Ajá’, representa un ‘insight’, es decir, una nueva configuración con significado superior a la suma de las partes.
  5. Evaluación: Esta fase es decisiva y se refiere a la valoración que se haga de la idea o ideas y de sus posibilidades según los criterios de cada disciplina, campo del saber o actividad humana. En esta fase se hace necesario matizar la idea, para que se pueda llevar a la práctica, darle la configuración final y someter la creación a las leyes lógicas para comprobar su validez y el cumplimiento de los objetivos que se habían establecido. En caso de que la idea no sea válida, se considerará como una fase intermedia de la incubación con reintegración al proceso y vuelta al trabajo con ganancia de experiencia.
  6. Elaboración: Hay que plasmar la idea comunicándola con todo detalle, en profundidad, haciendo uso de bocetos, planes, borradores, gráficos o escritos, de manera que se aplique de forma práctica y precisa. Esta fase requiere una concreción de la idea a crear y todo el proceso es frecuentemente largo y muchas veces arduo e incluye la difusión y socialización de la creación.
  7. Estrategias de realización y de verificación: Una vez la idea o proyecto ha sido creado requiere de planificación para su realización efectiva. Esto incluye vencer las resistencias al cambio, los hábitos de conducta y pensamientos que pueden obstaculizar la realización de la idea, los miedos y las dificultades técnicas. Adicionalmente, incluye disposición y organización para recibir información sobre lo que se ha hecho, compararlo con los objetivos que se fijaron al inicio y verificar el grado en que estos se cumplieron (‘Feedback’).
En síntesis, la creatividad es un estilo mental para procesar información, manifestándose mediante la producción y generación de situaciones, ideas u objetos con cierto grado de originalidad y dicho estilo de la mente pretende impactar o transformar la realidad. La creatividad es un tesoro en la mente que debemos aprovechar individual, cultural y socialmente para beneficio del país.
 

La Esperanza: emoción o actitud vital

lunes 31 de octubre de 2011 - 12:00 a.m.

Nelson Riquelme Pereira

PSICÓLOGO
Redacción digital

¿Sabes Nelson?, yo no pienso que las cosas podrán ser mejores’ —me dijo la Señora Beatriz, mientras lloraba desconsolada— ‘no veo ni la luz, ni el camino’ —continuo—, ‘creo que he hecho todo lo que estaba a mi alcance, estoy tan cansada, tan aburrida de esta situación’. Le pregunté, ‘entonces ¿usted ha perdido la esperanza?’ Me contesto, con la cara más triste que recuerdo haber visto, ‘¡Esperanza! ¿Qué es la esperanza? ¿Cómo puedo tener esperanza mientras el mundo se derrumba ante mí?’.



Mientras pensaba cómo contestarle, recordé una frase de Erich Fromm que dice que ‘la esperanza es un estado mental, una forma de ser. Es una disposición interna, un intenso estar listo para actuar’. Por tanto, le dije que tener esperanzas no es adoptar una actitud pasiva, esperando que las cosas ocurran simplemente por azar, resignación o destino. Por el contrario, tener esperanzas requiere una espera activa, una preparación constante para afrontar la realidad y un trabajo diligente en el camino de lo que se aspira, en especial, ‘cuando el objeto de ésta no es una cosa sino una vida plena, un estado de mayor vivacidad, una liberación del eterno hastío, o cuando se persigue, para usar un término teológico, ¿la salvación?, o empleando uno político, ¿la revolución? ¿Social o personal?’.

Le dije que la esperanza tiene el poder de agregarle sal y sabor a la vida y que esta no solo debe sentirse como una emoción grata sino que también debe cultivarse como una actitud, en la cual el positivismo, la energía vital y la alegría de vivir juegan un papel determinante. Agregué que este tipo de esperanza lleva a ponderar el esfuerzo vivencial de las personas como un valor humano y espiritual psicológicamente necesario e importante para el mantenimiento de la salud mental.


En este sentido, es fundamental reconocer que la esperanza tiene una relación estrecha con la fe, porque, como dice Rubén Blades, en su canción Creencia, ‘en algo hay que creer. Por algo hay que vivir, pues sin razón de ser no hay caso. Cuando se tiene fe, desde su cúspide, se ve más allá del fracaso’. La esperanza tiene mucho que ver con el significado que le damos a las cosas, a las experiencias y a las vivencias que constituyen la existencia humana.


Es más, le cité otra vez a Rubén Blades, cuando dijo que ‘la esperanza se hace amarga, pero no desaparece’. Sugiriendo que a la esperanza hay que buscarla, encontrarla o rescatarla a como dé lugar, pues muchas veces se encuentra agazapada en un rincón recóndito del corazón, acurrucada en un reducto insondable del pensamiento o camuflada en un suave y tenue brocado de la conciencia. Pero no muerta o desaparecida, porque su muerte o desaparición implicaría la extinción del espíritu humano.


A su pregunta de ‘¿cómo podía tener esperanza mientras el mundo se derrumba ante ella?’. Le contesté, ‘¿no será que usted se concentra más en lo que se destruye que en lo que se construye? Observe que por cada puerta que se cierra, usualmente hay una que se abre. Observe que la vida está hecha de millones de momentos, algunos amargos, otros felices, momentos vividos de mil maneras distintas o diferentes’; y dado que la vida es tan compleja, quizás, estamos encontrando lo que buscamos.


Por eso, el primer paso para mantener la esperanza despierta es establecer lo que se quiere y luego crear un mapa, un camino o formular los objetivos necesarios para conseguirlo, y por otro lado, dedicar la fuerza, la motivación y la disciplina que ayudan a seguir ese camino. Es decir, para tener esperanzas hay que desarrollar metas personales y tener voluntad de acción y espíritu para llegar a ellas, porque ‘si uno sabe lo que quiere de la vida y tiene las ganas de perseguirlo, entonces tiene esperanza’.


Además, vivir con esperanzas no implica que los problemas dejarán de existir. Siempre habrá algo que resolver, algo que requiere corrección, algún mal o enfermedad que curar, algún dolor físico o emocional que sanar o afrontar. En estos casos, la esperanza es la forma más exacta y realista de encontrar soluciones, pues da la confianza de saber que los problemas, situaciones, necesidades, heridas no son eternas, que con esfuerzo y voluntad podemos superar todos los obstáculos.


Al final de la conversación le cité un pasaje de las Sagradas Escrituras, 1 Corintios 9:10, en el que se lee ‘... porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto’. Me despedí y dejé a la señora Beatriz pensando, con la esperanza de que recuperará su esperanza.








Cómo se construye el amor de pareja


sábado 24 de septiembre de 2011 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme
MGTER. EN ORIENTACIÓN EN SALUD MENTAL.

Redacción digital
El señor Andrés y la señora Carolina todavía caminan tomados de la mano. De vez en cuando, ella le roza la mejilla y le acaricia el escaso cabello con cierta ternura. Él, por su parte, le toma las dos manos en una actitud que denota cariño y le besa en la boca. Y aunque frecuentemente pueden anticiparse a lo que están pensando, cuando están juntos conversan animadamente de cuanta cosa ocurre a su alrededor, de lo que sienten y de lo que piensan. En marzo cumplieron cincuenta y tres años de matrimonio y lo celebraron en compañía de sus tres hijos.

Interrogados por su hijo mayor, Andrés Jr., recientemente divorciado, sobre lo que hay que hacer para que el amor perdure tanto tiempo, contestaron: ‘En principio, como nos amábamos, decidimos tener una vida juntos, un proyecto de vida basado en el respeto mutuo. Decidimos hacer frente a nuestros problemas juntos, comunicándonos todo en todo momento. Decidimos que si peleamos no nos acostaríamos hasta haber resuelto nuestros asuntos, al principio tuvimos varias trasnochadas hasta que decidimos aceptar nuestras virtudes y nuestros defectos, aprender a vivir con ellos y evitar la tentación de tratar de cambiarnos.

Resultado de imagen de amor de pareja de ancianosNunca’ y ‘siempre’ estaban vedados en nuestro vocabulario y, sin embargo, procuramos ‘siempre’ ofrecernos muestras de cariño y casi ‘nunca’ nos lanzábamos epítetos hirientes u ofensivos. Al principio nos amábamos como locos, luego nos tranquilizamos y regularmente atizábamos nuestro fuego, entregándonos desenfrenadamente al amor y al sexo. Procurábamos que el fuego no se apagara. Gozamos de una relación íntima, tan íntima que vivíamos para nosotros y no dejamos que nada ni nuestros hijos, ni los problemas se interpusieran entre nosotros, todo lo conversábamos. El dolor o el placer de uno, era de los dos.

Desde que nos casamos tuvimos en mente que el matrimonio era para toda la vida. Que juntos teníamos que luchar por salir adelante, no importaba cuál problema tuviéramos. Y vaya que hemos tenido problemas, desavenencias y conflictos. Pero, como el divorcio no estaba en nuestra agenda o pensamiento, sabíamos que los teníamos que afrontar y que si trabajábamos unidos los podríamos superar juntos’.

Reflexionando, sobre lo que me comentaba Andrés Jr., me acordé de que, según Robert Sternberg, el amor verdadero o consumado tiene tres componentes fundamentales que son la pasión, la intimidad y el compromiso. La pasión se entiende como el deseo intenso y la necesidad acuciante por la otra persona, por estar con la otra persona; la intimidad se refiere al grado o nivel de los vínculos, del acercamiento y la conexión con la otra persona; mientras que el compromiso implica las decisiones pertinentes al amor y a las tareas que favorecen su mantenimiento de la relación. Los tres componentes deben aparecer en dosis adecuadas, en equilibrio y se distingue de otros tipos de amor, basados en dos o en un solo elemento.

Por ejemplo, del amor romántico, que se tiene al principio de la relación de pareja, se caracteriza por una pasión desbordante y una intimidad creciente, pero carece de compromiso; el amor fatuo y formal, posee pasión y compromiso, pero no tiene intimidad; mientras que el amor sociable posee intimidad y compromiso, pero le falta pasión. Por otro lado, el amor sin compromiso y sin intimidad, tan solo pasión no pasa del encaprichamiento; el amor sin intimidad y sin pasión, solo compromiso, está vacío; y el amor que no posee pasión ni compromiso, solo intimidad, no pasa de ser un simple cariño.

Señala este autor, que el amor es algo vivo y que por tanto puede haber un patrón o secuencia en el desarrollo del amor; por lo que se entiende que muchas parejas podrían comenzar una relación sin nada de amor, con el tiempo, a medida que crece la cercanía pasa al encaprichamiento, solo pasión, sin intimidad ni compromiso; más tarde puede tener lugar el amor romántico, en la medida que se añada intimidad a la pasión; y, finalmente, amor consumado o verdadero, cuando la pasión y la intimidad reciben el complemento del compromiso.

De esto se puede interpretar que dos elementos hacen parte del amor y pueden ser un paso, pero no son el amor verdadero. Tal es el caso del amor romántico, el cual suele confundirse con el verdadero amor o el caso del amor sociable que puede considerarse erróneamente con el amor maduro y estable. El ciclo del amor implica que la pasión eventualmente disminuye; sin embargo, la intimidad, el cariño y el compromiso aumentan con el paso del tiempo.

Por lo tanto, hay que cultivar el amor, hay que construir el amor, teniendo dosis adecuadas y equilibradas de estos tres componentes (pasión, intimidad y compromiso). Cultivar el amor o construir el amor significa que hay que mantenerse amorosamente en forma, tener sexo regularmente, mantener la ‘chispa de la ilusión’, evitar la monotonía, expresarse cariño mutuamente, reírse juntos, cuidar de los hijos en armonía, hacer cosas unidos, resolver los problemas juntos, acompañarse y apoyarse en la dificultades, disfrutar de la mutua compañía, tener un proyecto de vida juntos, cuidarse para la otra persona, comunicarse constantemente y respetar el espacio personal mutuo.

En fin, el amor verdadero no es una gracia inmerecida sino, todo lo contrario, es fruto del cultivo constante de una relación que merece cuidado y atención, la cual si está sólida y consolidada puede ayudarnos a sortear muchos avatares de la vida, proveyéndonos de muchas satisfacciones en la vida; por el contrario si la relación está débil y maltrecha no soportará ni siquiera la menor tormenta de invierno, siendo motivo de ansiedad y tristeza. El señor Andrés y la señora Carolina son un ejemplo del amor verdadero y a esta altura de su vida saben cómo lo lograron.

¿Qué la psicoterapia y cómo puede ayudar?


sábado 13 de agosto de 2011 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme Pereira
PSICÓLOGO
Redacción digital

online@laestrella.com.pa

Jorge P., un hombre de treinta y tantos años, está pasando por serios problemas tras su reciente divorcio, se siente bastante deprimido, desanimado y pesimista acerca de cómo enfrentar su vida de ahora en adelante. Jorge se siente culpable y confuso acerca de su personalidad y de cómo esta había afectado su relación. Tiene muchas cosas que arreglar: la relación con sus pequeños hijos, las pensiones alimenticias de los niños, la nueva relación con su ex esposa, la administración del dinero, de su tiempo, de su vida, etc. Sus amigos, observando el estado de ánimo en que se encuentra Jorge, le sugirieron que fuera a terapia psicológica. Interesado preguntó a un psicólogo amigo que en ¿qué consistía la psicoterapia? Y ¿cómo podría él beneficiarse de ella? Y esto fue lo que el psicólogo le contestó:

La psicoterapia es un proceso intenso e interpersonal, por medio del cual un individuo recibe ayuda y asistencia al dialogar y/o trabajar con una persona preparada. Generalmente implica ayudar y/o asistir a personas normales a enfrentarse a situaciones y problemas normales, a analizar y trabajar con situaciones y oportunidades propias de diferentes niveles de desarrollo, auxiliar a personas con dificultades de adaptación, personas que tienen dificultades en sus procesos de pensamiento, emociones o conducta, dificultades generadas por su entorno social, por su forma de vivir y sus particulares condiciones fisiológicas, neurofisiológicas o psicológicas.

Resultado de imagen de psicoterapiaLa psicoterapia parte del conocimiento que tiene el sujeto de sí mismo y de sus posibilidades humanas, procurando apoyar a las personas a lograr la integración plena de su personalidad, a desarrollar sus habilidades, destrezas interpersonales, y a resolver sus conflictos psicológicos, facilitando que pueda vivir como miembro activo y productivo de la sociedad a la que pertenece, con bienestar y conciencia plena de su persona, su entorno y de su papel en este.

Como proceso, la psicoterapia propone un crecimiento personal a partir de una situación inicial de conflicto, inconformidad o disfuncionalidad a una situación de dominio, funcionalidad e integración personal de lo aprendido y de la toma de conciencia. Es por tanto, una situación educativa o autoeducativa en un ambiente y condiciones especiales y supone una relación privilegiada con un profesional de la salud mental basada en la confianza, la empatía, la aceptación, el trabajo personal y la confidencialidad.

La psicoterapia puede promover la toma de decisiones y procesos electivos por parte de las personas o puede procurar la promoción, recuperación o ajuste de la salud mental, la adaptación personal, el bienestar y el crecimiento emocional. En el primer caso, se habla de psicoterapia u orientación vocacional y profesional; en el segundo, se habla de psicoterapia psicológica. Esta última puede ser individual, grupal, de pareja, familiar, salud mental, etc. El tipo de psicoterapia se define en función de los objetivos y los participantes adscritos al proceso.

En la psicoterapia, se exige al psicoterapeuta el dominio y utilización de diversas técnicas y procedimientos para proveer la ayuda y brindar la atención debida. En términos generales incluye: establecer una relación de trabajo, animar, proveer información, interpretación de test psicológicos y proyectivos, diagnosticar, escuchar, análisis de la conducta, los pensamientos y los sentimientos expuestos, procurar la toma de conciencia, ayudar en la toma de decisiones, asistir al individuo a resolver sus problemas, aprendizaje, etc. De igual forma, la psicoterapia aplica los conceptos relevantes de las diversas teorías psicológicas y puede identificarse con ellas (psicoterapia analítica, rogeriana, adleriana, cognitiva, conductista, etc.).

En síntesis, tenemos que la psicoterapia procura ayudar a las personas (clientes) a mantener transacciones de crecimiento consigo mismos, con los demás y con su medio social; a cambiar aquellas conductas que son autodestructivas o destructivas para otros; y, a adquirir destrezas que capaciten a la persona para vivir más efectivamente. La terapia psicológica puede atender problemas del sueño, problemas con el peso, abuso de alcohol o tabaco, cansancio crónico, problemas médicos de larga duración, tener poco dinero para final de mes, poco dinero para cubrir necesidades básicas, exceso de deudas, gastos imprevistos, poco dinero para aficiones y tiempo libre, trabajo monótono y aburrido, relaciones difíciles con el jefe o superior, problemas de relación con los compañeros, temor a perder el trabajo, mala relación con los vecinos, casa demasiado pequeña, malas condiciones de la vivienda, casa demasiado apartada de trabajo o escuela.

Además, puede ayudar con problemas de timidez o vergüenza con otras personas, tener pocas amistades, ser muy sensible a las críticas de los demás, dificultad para llevar una conversación, tener poco tiempo libre, disfrutar poco de las diversiones, poca habilidad para el deporte, deseo de viajar, desacuerdos con la pareja, desacuerdos con otros familiares, ruptura o separación matrimonial, problemas con los niños o la escuela, dificultad para controlar la irritación, exceso de ansiedad o nerviosismo, exceso de exigencia y perfeccionismo, sentimientos depresivos y problemas con las relaciones interpersonales y sexuales.

En algún momento de la vida todos podemos necesitar un poco de ayuda, porque tenemos que enfrentar alguna de las situaciones descritas anteriormente y, por tanto, nos beneficiaríamos de exponer nuestras preocupaciones y ansiedades ante un profesional que nos escuchará y que nos atenderá sin juzgarnos, aceptándonos como personas falibles, poniéndose en nuestro lugar, encontrando nuestro potencial de crecimiento y ayudándonos a tomar conciencia plena de nuestra situación, guiándonos hacia el camino de la solución más accesible o hacia la adaptación posible a nuestra condición o circunstancia.

El perdido encanto del silencio




sábado 16 de julio de 2011 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme Pereira
MGTR. EN ORIENTACIÓN EN SALUD MENTAL
Redacción digital
online@laestrella.com.pa

En una reunión de amigos, Carlos contaba que él había hecho un viaje en auto, solo, durante siete horas y ni siquiera se le ocurrió encender el radio del coche para escuchar música o noticias. Iba tan entretenido con sus pensamientos que el viaje se le hizo corto. Lola, que lo escuchaba atentamente, señaló que ella se hubiera vuelto loca, totalmente loca, sin nada que escuchar o alguien con quien hablar, porque ella no soporta el silencio, no tolera estar sola ni resiste estar sin radio, televisor o algo o alguien que haga ruido.

Pensé, hay tantas Lolas que no entienden que el silencio es necesario, que es parte del lenguaje, de la música, del pensamiento, del sonido y hasta del espíritu. Hay tantas personas que se afanan por meterse ruido en la mente y en el alma, lo que les impide ver con claridad las cosas. Personas que temen al silencio, porque frente a este están desnudos mente adentro, corazón adentro y no tienen más remedio que pensar y sentir sin obstáculos ni excusas y esto los abruma y desespera.

En el silencio habitan muchas de nuestras capacidades y virtudes, como pensar sin lenguaje, moverse sin alas, piernas ni pies, percibir sin ojos, oídos, olfato, gusto o tacto, disfrutar las cosas sin perturbarlas y observar la realidad de las personas y de uno mismo desde una distancia personal subjetiva, pero edificante y necesaria.

En el silencio también habitan la comprensión, la compasión y el amor. Esa mirada que comprende todo, ese oído que escucha las palabras que no hemos dicho y ese corazón que palpita al unísono del nuestro se alimenta del silencio. Por eso entendemos tan bien cuando J. L. Perales dice en una canción ‘me miras y el universo de tus ojos me lo cuenta todo’...

Ahora bien, para disfrutar del silencio no hay que dejar de hablar o enmudecer, porque el silencio no es igual a mutismo y no vale que solo acallemos la voz exterior. El aprecio del silencio parte del cultivo del silencio interior. Los grandes sabios señalaban que ‘la verdad solo se puede conocer en absoluto silencio’...

Y es que cuando somos capaces de entender que el silencio no solo no es malo sino que es necesario, y que permanecer sin hablar no dificulta la continuidad de nuestra existencia sino que, por el contrario, nos fortalece, es cuando abrimos la puerta a un nuevo estado del ser y entonces, desde ese estado, podemos conocer en profundidad la realidad que nos anima a vivir.

Y comprender el papel que juega el silencio en nuestra mente, conciencia y personalidad, en nuestra vida psicológica, tiene un efecto psicoterapéutico, porque el silencio nos ayuda a procesar las emociones y a enfrentar las ansiedades a las que nos expone el diario vivir. En el silencio podemos hallar soluciones a los problemas que nos aquejan y encontrar respuestas a las situaciones que nos plantea la existencia humana.

Por lo tanto, comprendiendo las implicaciones y ventajas del silencio, el poder que tiene para devolvernos el disfrute de la belleza y la armonía, la capacidad restauradora sobre la ira, el orgullo y todas las emociones negativas, cultivemos el silencio, simplemente entremos en la paz del silencio, ‘calmemos ese mar de deseos, ese mar de ilusiones, dejemos que la calma nos invada, dejemos que el silencio nos posea, en ese momento lo viejo desaparecerá y lo nuevo nacerá en nosotros’.


Porque al dejar que el silencio entre a nuestra vida, que nos cure de temores y ansiedades, en ‘la inmensidad del silencio podremos escuchar la voz de nuestro Dios dentro de nosotros llamándonos a vivir plenamente, llamándonos para darnos a conocer todos los misterios del universo y de nosotros mismos’. Recobremos el perdido encanto del silencio e incorporémoslo a nuestra vida para que podamos comprender a plenitud lo que significa estar vivo.

Autoestima factor clave para el desarrollo de una personalidad sana


Nelson Riquelme Pereira

sábado 4 de junio de 2011 - 12:00 a.m.

‘ Es que yo no sirvo para nada, licenciado. Yo soy muy bruto’, me dijo Clemente como explicación a mi pregunta sobre sus calificaciones....

Redacción digital



Es que yo no sirvo para nada, licenciado. Yo soy muy bruto’, me dijo Clemente como explicación a mi pregunta sobre sus calificaciones. Clemente, niño de nueve años, tenía varios fracasos escolares y en el curso de las entrevistas de evaluación se hizo manifiesto que también tenía un pobre concepto de sí mismo. Por tanto, entre las recomendaciones que se hicieron a sus padres se les sugirió matricular a Clemente en unas clases de afianzamiento académico y en un programa de fortalecimiento de la autoestima.


La autoestima es la creencia que se tiene acerca de uno mismo, de las cualidades, destrezas y capacidades que adornan la propia personalidad y la manera particular de sentir y de pensar que tiene una persona y que constituye su imagen personal o autoimagen. En otras palabras, autoestima es la valoración que hace la persona de sí misma teniendo en cuenta las experiencias y las vivencias fundamentales de su vida que lo llevan a sentirse inteligente, capaz, a gusto con su apariencia o todo lo contrario.

Una buena autoestima, sentirse bien consigo mismo, es fundamental para la realización del potencial individual y el crecimiento personal de Clemente. Así, sintiéndose bien consigo mismo, teniendo buena estima, las personas pueden enfrentarse a los problemas, pueden resolver mejor los retos y asumir correctamente las responsabilidades que les depara la vida. Una autoestima sana no previene de la ocurrencia de problemas, pero prepara mejor para cuando estos se presentan.

Pero, ¿cómo se forma la autoestima? La estima personal se desarrolla a lo largo de la vida, nutriéndose de las experiencias, los sentimientos y los pensamientos de valía o incompetencia que la interacción humana produzcan en el individuo. Poco a poco el niño va descubriendo sus capacidades y su singularidad, conociendo que es aceptado por unas personas y puede ser rechazado por otras y a partir de ‘estas experiencias tempranas de aceptación y rechazo de los demás es cuando comienza a generar una idea sobre lo que vale, por lo que vale o deja de valer’.

Lo importante acerca de la autoestima es como la persona percibe e interioriza las nociones acerca de su valía o incompetencia proferidas por otras personas. En tal sentido, la baja autoestima se produce cuando, como resultado de la interacción con personas significativas o por la propia experiencia, el sujeto se percibe a sí mismo como un individuo de poco valor. En estos casos, la persona tiene una visión distorsionada de lo que es, de su realidad, lo que lo puede llevar a ser extremadamente perfeccionista o excesivamente negligente en sus acciones.

La persona con baja autoestima, como resultado de la distorsión de su pensamiento, posee un diálogo interior inadecuado caracterizado por generalizaciones de hechos aislados, descalificaciones o ataques a sí mismo y pensamiento absolutista (todo o nada). También, se culpa por todo lo que ocurre o culpa a otros, supone que todo lo que pasa tiene que ver con él, cree erróneamente que puede plantear lo que las personas piensan o sienten sobre él, que él debe asumir responsabilidad por lo que sucede a su alrededor o bien que carece de control sobre lo que acontece y cuando hace algo por los demás espera y exige retribución inmediata y plena de sus favores. Además, suele plantearse a sí mismo que lo que él piensa y siente refleja la verdad, es toda la verdad y es la única verdad posible. Si una persona quiere cambiar o mejorar su autoestima, puede recurrir a las siguientes estrategias:

Puede procurar convertir los pensamientos negativos en pensamientos positivos. Acostumbrarse a pensar positivamente en las cosas, las situaciones y sobre las personas. Por ejemplo: cambiar los pensamientos del tipo ‘No hago nada bien’, por pensamientos del tipo ‘Puedo tener éxito cuando me propongo’.
  • No hacer generalizaciones: tomar las experiencias negativas como episodios desafortunados y no como tendencias que no se pueden modificar.
  • Ser conscientes de los logros y del esfuerzo, empeñándose en dar lo mejor de sí en cada situación o ante cada reto. Pensar que lo que vale es el esfuerzo que se hace para lograr las metas y los objetivos personales y sociales.
  • No hacer comparaciones: pensar que todas las personas son únicas y valiosas; incluyéndolo a él.
  • Confiar en sus destrezas, habilidades y en sí mismos y, por lo tanto, confiar en su capacidad de afrontar las exigencias de la vida.
  • Aceptarse a sí mismos, mejorando lo que se pueda y teniendo una relación saludable con la realidad, consigo mismo y con las personas que le rodean.
  • Atreverse a soñar, porque en la vida se obtiene lo que alguna vez se soñó y se atrevió a buscar con todas sus fuerzas.
El fortalecimiento de la autoestima es una tarea que puede ser dirigida por los padres. Estos por medio de procesos de comunicación efectiva, de valores bien pensados y de disciplina integral puede, desde que los niños están pequeños, ir dirigiendo y moldeando la personalidad de sus hijos.
*AUTOR DEL LIBRO EDUCACIÓN CON TERNURA.
Este articulo también es citado en http://www.pediatria7.com/autoestima-factor-clave-para-el-desarrollo-de-una-personalidad-sana/