jueves, 16 de julio de 2015

Caminos a la Depresión

Nelson Riquelme
MAE in Mental Health Counseling 
 
La prestigiosa psicóloga clínica, Lissy Brostella en la Revista Médica Magazine (MM, vol. 102, Año 10, 2014) señala que “numerosos estudios han mostrado, que en el transcurso de la vida, entre el 10% y el 25% de las mujeres y entre el 5% y el 12% de los hombres padecen o padecerán de depresión o algún desorden asociado a ella”.
 
Muchas de las personas que padecen depresión, al margen de los aspectos biológicos y psicológicos que subyacen a estos padecimientos, sufren de este mal al carecer de las destrezas de convivencia con su realidad exterior y su conciencia interior.  Estas destrezas de convivencia que se constituyen en un camino a la depresión suelen ser la incapacidad para delegar la gratificación y la falta de tolerancia a la frustración.
 
La incapacidad para delegar la gratificación significa que la persona tiene dificultad para aplazar las recompensas que se dispensa a si misma o que espera que otros le concedan por la minina actividad que hace.  Implica incapacidad para esperar y la necesidad de inmediatez de las cosas que hace (todo para ya).
 
Las personas que padecen de esta incapacidad tienen problemas para aguardar, carecen de paciencia, todo lo quieren  para ya, no tienen la habilidad de posponer la satisfacción de las necesidades a un tiempo, lugar y circunstancias más apropiados.
 
Como resultado de esta incapacidad, a estas personas se les hace difícil mantener relaciones intrapersonales (consigo mismos), sociales, familiares y medioambientales saludables y son propensos a sufrir depresiones, tener conceptos disfuncionales de la vida y de la realidad, ver el solo y con frecuencia  lado negativo de las cosas, suelen sentirse angustiados  y tener actitudes pesimistas frente a todo.
 
Por su parte, la falta de tolerancia a la frustración impide sobrellevar las dificultades y frena la posibilidad de enfrentarse con éxito a los avatares de la vida.  De hecho, la baja tolerancia a la frustración es causa de enojo, agresividad, depresión e incapacidad de resistir cualquier molestia o problema, lo que provoca la evitación o la inadecuada solución de estos.
 
Adicionalmente, ser capaz de tolerar cierto grado de frustración posee un valor adaptativo, sin el cual, las personas pueden sentirse presas de la ira, la depresión y la desilusión, exhibiendo conductas que pueden ir de la obsesión y la compulsión a la agresión y la violencia, generando conductas disfuncionales.
 
Así, las personas intolerantes a la frustración suelen tener una visión distorsionada y pesimista de la vida, se sienten incapaces de aceptar la posibilidad de no lograr conseguir lo quieren o desean, reaccionando con molestia, ansiedad, depresión, angustia, enfado…  En fin, les cuesta aceptar que la frustración es parte de la vida, que aunque no se puede evitar, ni huir de ella, sí se puede aprender a manejarla, controlarla y superarla, encontrando formulas personales para lidiar con ella.
 
La incapacidad para delegar la gratificación y la falta de tolerancia a la frustración son dos aspectos que se complementan y que pueden producir mucho estrés, angustia y, consecuentemente depresión en las personas que no logren aprender y desarrollar estas destrezas personales.
 
Según el psicoanalista y pensador alemán Erich Fromm "enquistarse en la soledad y la frustración, siendo incapaz de tolerar la frustración e inútil para delegar las gratificaciones, quejarse constante y continuamente de las desdichas y tragedias, que acosan y no hacer absolutamente nada para modificar aquellas situaciones que angustian a las personas es un camino certero y seguro hacia la depresión.   Camino, por supuesto, que es recorrido a solas…"

Este articulo fue publicado en la Revista Medica Magazine, Volumen 110, Año 11, Julio, 2015.