miércoles, 4 de marzo de 2015

¿A qué edad debe comenzarse la educación disciplinaria de los hijos?


Una de las preguntas más comunes de los padres primerizos o con niños pequeños es el inicio de la educación disciplinaria de sus hijos.  La mejor respuesta a esta pregunta está relacionada con el concepto de disciplina y con los valores que tengan los padres.
 
Para los psicólogos, la disciplina, en tanto educación para la vida, debe comenzar desde muy temprano en la vida del niño o niña.  Incluso antes del nacimiento los padres pueden ir elaborando, entre sus sueños e ilusiones, los criterios disciplinarios que desean aplicar.  Pueden comenzar reflexionando acerca de la educación disciplinaria que ellos mismos recibieron de sus padres y extrayendo de esta experiencia algunas ideas o reglas que puedan ser de utilidad.
 
Hay varias ventajas en establecer criterios disciplinarios desde temprano, entre otras:
  • El niño percibe las reglas y principios como parte de su vida cotidiana.
  • No hay momentos difíciles o traumáticos puesto que no hay transición desde una situación de indisciplina a una de disciplina.
  • Se estable un adecuado nivel de comunicación, pues la disciplina está basada en la palabra y su significado.
  • Al interiorizarse esta disciplina se logra que funcione aún en ausencia de los padres.
El niño asume de manera creciente control sobre sus comportamientos y la satisfacción de sus necesidades, en un clima de seguridad y libertad.  Sin embargo, cuando no sea posible comenzar desde el nacimiento, se puede comenzar en cualquier momento.  Esto requerirá hacer algunos ajustes en la aplicación del programa, prepararse pacientemente para comenzar, analizar la situación presente para reconocer luego los cambios y ser consistente en la aplicación de los nuevos principios. 

Incluso, con mucha paciencia, firmeza y respeto, se puede comenzar un programa de disciplina hasta en la adolescencia.  En todo caso, es una responsabilidad y un compromiso de los padres y adultos responsables establecer la disciplina de los niños y niñas no como un método de control de su conducta sino como proceso de educación en la responsabilidad, el manejo de consecuencias y el autocontrol.
 

Lo que no debe ocurrir bajo ninguna circunstancia es dejar de enseñarles criterios disciplinarios a los niños y niñas.  De hecho, los niños tienen derecho a recibir educación disciplinaria pues su carencia puede acarrearles problemas de interacción social, puede impedirles desarrollar objetivos personal y socialmente aceptables.  Un niño carente de disciplina tendrá dificultades con los otros niños en la escuela o la comunidad, tendrá dificultades para tener amigos o se asociará con compañías que no le ayudarán a crecer adecuadamente, en ocasiones se sentirá rechazado por los demás, su estima personal se verá afectada y recibirá muchas notas disciplinarias de sus maestros. 


Esto puede llevar al niño a un ciclo en el cual sienta que sólo es importante cuando logra hacer sentir a los demás tan mal como él se siente y a problemas cada vez mayores.  Por el contrario, una educación disciplinaria desde el principio, basada en criterios de efectividad, comunicación y valores, le permitirá al niño desarrollar autonomía, responsabilidad y un concepto apropiado de sí mismo.