martes, 26 de mayo de 2015

Temas de Dinámica Familiar: Reclamos de una madre a su hija


Nelson Riquelme Pereira
MAE Mental Health Counseling

Maribel tiene 23 años y desde que tiene memoria la relación con su madre ha sido tormentosa.  Su madre le reclama que casi no pasa tiempo con ella, que no la atiende, que no la visita, que no le ayuda con las cuentas, la acusa de no quererla y de ser una mala hija.  Cuando sus padres se divorciaron hace 10 años, puesta a escoger, se fue con su padre con quien tenía una mejor relación.

En una conversación casual, Maribel me pregunta ¿Por qué su madre actúa así con ella y cuáles son sus razones?

Pensado como contestarle le dije que había muchas razones probables que podían explicar las actitudes de su madre para con ella, pero que todas pasaban por el tamiz del tipo de relación entre su mama y su familia de origen, del tipo de relaciones que había habido entre su madre y ella (subsistema madre-hija) y del tipo de interacción de pareja con su esposo (subsistema conyugal).

 Muchas veces la persona replica en la realidad o en su mente el tipo de relación que ha llevado con su familia de origen o los valores que ha aprendido de su familia de origen y espera replicar estos valores y aprendizajes en su propia familia.  Pero si lo aprendido no se refleja en la realidad, la persona debe hacer los ajustes necesarios para lograr un equilibrio emocional y familiar. 

En cuanto al tipo de relaciones que se establecen entre la madre y los hijos, hay ocasiones en que los hijos no compran los valores de sus padres, produciéndose en estos casos conflictos entre ellos y la queja del padre porque el hijo no actúa de acuerdo a sus principios.

En el tipo de familia disfuncional amalgamada, en la cual la familia está tan compactada que no tiene lugar para los espacios personales, suele ocurrir que los padres (en este caso la madre) no le permita a sus hijos actuar con libertad y hacer las cosas de acuerdo a sus criterios personales, chantajeándolos emocionalmente y usando una lógica irracional para controlarlos.

Hay casos en los cuales los hijos se ven obligados a tomar partido en los problemas y dificultades que ocurren entre sus padres.  En estos casos, el padre que no es beneficiado por la actitud del hijo se resiente y puede entrar en conflicto con el hijo que no lo favoreció y puede hacerlo “pagar su deslealtad” por medio de críticas, reclamos y resentimientos.


Al final le indique que en estos casos las personas aquejadas por relaciones disfuncionales con sus padres se beneficiarían de asistir a terapias, en las cuales se pueden convocar a sus padres con el ánimo de resolver las dificultades familiares y emocionales de los involucrados.