jueves, 17 de marzo de 2011

Ocurre magia cuando sueño

“Si lo puedes soñar, lo puedes hacer”.
Walt Disney



Algo pasa cuando sueño. En mi mente viajo, ando y desando mis preocupaciones fundamentales, recorro mis fantasías que huyen en silencio, desato los monstruos que me han seguido desde el pasado, crucifico en mi memoria los pensamientos piratas que navegaban libres entre mis neuronas despiertas y resuelvo algebraicos y, a veces quijotescos, problemas de creación, soledad y existencia. Sueño, luego soy. 

«Todos los hombres sueñan, pero no del mismo modo,” dijo Lawrence de Arabia, asumo que, aludiendo a las dimensiones de tiempo, lugar y distancia. Agrega, “los que sueñan de noche en los polvorientos recovecos de su espíritu, se despiertan al día siguiente para descubrir que todo era vanidad,” y pueden sentirse abrumados de nostalgia y ansiedad. Pero acota, “más los soñadores diurnos son peligrosos, porque pueden vivir su sueño con los ojos abiertos, a fin de hacerlos posibles». Repito, “a fin de hacerlos posibles”, “hacerlos posibles”, “posibles”. 

Soñar es un proceso mental, psicológico, involuntario en el que se produce una reelaboración de las informaciones contenidas en la memoria, usualmente relacionadas con experiencias vividas por las personas anteriormente. Las experiencias vividas sirven de alimento a los sueños. Soñar es un proceso complejo que introduce a las personas en una especie de realidad virtual poblada de imágenes, sonidos, pensamientos y/o sensaciones, más o menos elaborados, pudiendo inclusive presentar escenas, personajes y objetos, que pueden ocurrir en cualquier fase del sueño, siendo mejor recordados los de la fase MOR, y, por supuesto, los de la vigilia. 

En los sueños cada soñador tiene una percepción y una perspectiva distinta. Como señalara el escritor irlandés, George Bernard Shaw, "ves cosas y dices,"¿Por qué?" Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, "¿Por qué no?". De manera que, soñar es incursionar en el mundo de lo improbable, de lo absurdo, a través de una rendija abierta en las fronteras de lo posible. Y es en esa dimensión en la cual los sueños, por su accesibilidad a la realidad, son valiosas manifestaciones en la creatividad y en la terapia. 

Los sueños pueden presentar abiertas alusiones en su sentido manifiesto o encerrar profundas alegorías en su sentido latente, según Sigmund Freud, quien fue el primero en el tratar científicamente el análisis de los sueños. O bien, según Carl G. Jung, “el sueño sería la piedra angular, un producto fugitivo del alma, utilizado como manifestación del inconsciente que descubre los secretos ocultos a la conciencia, sería la expresión de un estado de ánimo. El sueño como es soñado, solo será una fachada, pero al aplicar cierta técnica y hacer hablar al sujeto sobre sus particularidades de este sueño se obtiene contenidos y asuntos de importancia personal.” Por cuanto, el sueño es, de acuerdo a Alfred Adler, la “revelación del problema vital de un individuo en forma simbólica.” 

Por todo ello, decimos como Kant que “el sueño es un arte poético involuntario.” Por eso, nos conviene reconquistar la capacidad de soñar y darle a esos sueños la fuerza interminable que proviene de nuestra voluntad, motivación y vivir de acuerdo con nuestras expectativas. Recuerden, siempre recuerden “que el sueño se hace a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes” (Silvio Rodríguez). Al fin y al cabo, ocurre magia cuando sueño.