lunes, 30 de mayo de 2011

Retos de la discapacidad Cero lástima, más comprensión

NELSON RIQUELME PEREIRA*
 
 
C uando estás discapacitado o enfermo, la gente puede tener consideraciones contigo, consideraciones acerca de tu discapacidad, pero eventualmente se cansan de ti y de lo que tienen hacer por ti. Tú y tu discapacidad empiezan a cansar y a estorbar a los desconocidos inconscientes, a los que les obstaculizas hasta en los estacionamientos. Cansas a tus amigos que poco a poco se niegan a visitarte, te eluden. Cansas hasta a tu familia que, fatigados, deprimidos y confusos empiezan a tratarte como a un objeto o un mueble al que no pueden desechar.

Si no haces ningún esfuerzo por superar tu condición, si la gente no ve que te empeñas, tarde o temprano, se cansarán de ti, queriendo volver a la rutina en la cual ellos son lo más importante del mundo. Tienes que mejorar por cualquier razón o medio posible, por tus seres queridos, por ti, por las cosas que quieres y tienes. Mejorar sin claudicaciones. Porque lo opuesto también es cierto. Si la gente ve y siente que te estás esforzando, que estás mejorando querrán formar parte de tu pequeña historia de superación, compartir tu gran milagro. La gente busca a los ganadores y no hay mejor victoria que arrancarle tus huesos a la adversidad, superando o, por lo menos, enfrentar, una enfermedad o discapacidad.

Helen Keller, una sordociega que vivió hasta los 87 años, que aprendió a leer y a escribir y que fue autora de varios libros acerca de su vida, señalo que ‘la vida es una aventura arriesgada o no es nada’. Vivir, el acto de vivir, conlleva tantos riesgos trascendentales que tan solo el hecho de respirar a veces se torna riesgoso y lograr una vida plena requiere grandes esfuerzos y la conjunción de todas nuestras cualidades físicas, psicológicas y espirituales. Entonces, como escribió Keller, la vida a de ser la gran aventura del ser humano y las dificultades que encontramos en el camino han de ser vistas como obstáculos que debemos superar, los cuales le confieren color, sabor y significado a la existencia humana.

De hecho, como dijo Sthepen Hawkings, genio de la física confinado a una silla de ruedas debido a una esclerosis lateral amiotrófica que se le diagnosticó a los 21 años (ahora tiene 69 años), ‘cuando las expectativas de uno son reducidas a cero, uno realmente aprecia todo lo que si tiene’. Esto es fundamentalmente cierto, usualmente no tenemos conciencia de nuestras posesiones hasta que estamos a punto de perderlas. Damos por sentado que tenemos vida, salud y bienestar. No tenemos consciencia de que estas posesiones son tan frágiles y que podemos perderlas en un instante.

Finalmente, quiero citar la palabras de Javier Romañach, quien señaló: ‘Hoy solo pienso en lo mal que valoraba yo la vida de una persona con discapacidad antes, y en la poca diferencia vital interna que hay entre vivir con y sin discapacidad. Prefiero vivir con discapacidad a no vivir, no por el miedo a la muerte, sino por el goce de la vida’.

Y en función de esa preferencia por la vida, la enfermedad y la discapacidad no deben concebirse como el final de nada, sino como el principio de una nueva forma de vida, un reto a la vida, mucho más difícil, pero vida al fin.

Me adhiero a la opinión de J. Romañach al plantear que las personas con discapacidad y enfermedad tendremos que luchar una batalla sin cuartel para ‘convencer al mundo de que nuestra vida tiene el mismo valor; y propagar este concepto en todos los ámbitos de la sociedad, en la educación, en el ocio, en la empresa, en la administración, en las leyes, en definitiva, en las mentes’, pero primero habremos de convencernos a nosotros mismos.
2011-02-21
*EL AUTOR SUFRIÓ UNA ISQUEMIA CEREBRAL EN JUNIO DEL 2009.

domingo, 8 de mayo de 2011

DEL ARDILLISMO Y OTRAS ESPECIES Y ELEMENTOS DEL MUNDO LABORAL

ARDILLISMO: PERSONALIDAD Y CONDUCTA

Se califica de ardillismo a la persona que se afana en cosas fútiles, inútiles o sin sentido por periodos de tiempo prologados, sin producir resultado alguno o de la persona que aparenta estar trabajando u ocupado cuando  es, o puede ser, visto por figuras de autoridad o prestigio.  En este caso, la intención manifiesta es la de causar una impresión favorable en las figuras de autoridad, en menoscabo de las personas de trabajan realmente.

Las persona ardillista posee una personalidad entre histriónica y narcisista, ya que busca llamar la atención y se comporta teatralmente.  Sus maneras vivamente expresivas tienen como resultado establecer relaciones con facilidad, pero de un modo superficial. Las emociones a menudo aparecen exageradas, infantilizadas e ideadas para provocar la simpatía. Por lo común, sus comportamientos seductores a menudo encubren su dependencia de la aprobación y su búsqueda de protección.  En su faceta narcisista, los ardillistas  tienen un sentido de superioridad y una creencia exagerada en su propio valor o importancia, lo que los psiquiatras llaman “grandiosidad”, pueden ser extremadamente sensibles al fracaso, a la derrota o a la crítica y  pueden ponerse fácilmente rabiosos o gravemente deprimidos.

Por lo habitual, es desconsiderado, egoísta y su conducta suele crear problemas de interacción con sus compañeros, lo que los lleva a adoptar una actitud de victimas ante sus superiores jerárquicos y procurar vengarse de sus detractores.  Funcionan mal en los grupos de trabajo y con frecuencia son rencorosos, envidiosos y peligrosos. Esperan ser admirados y, con suelen sospechar que los otros los envidian.

EL GUABINISMO: FOBIA O JUEGA VIVO

El guabinismo se define como la cualidad de una persona de escabullirse o de escaparse a sus responsabilidades laborales, sociales y hasta familiares.  La persona guabinosa, como el pez que la denota, es difícil de atrapar, no se compromete fácilmente ni asume las responsabilidades inherentes a sus funciones o a su rol.

En algún sentido, la persona guabinosa exhibirá un comportamiento fóbico, si la conducta evasiva puede acompañarse de un aumento de la frecuencia cardíaca, sudor, temblor o estremecimiento, dificultad para respirar, sensación de atragantamiento, dolor o molestias en el tórax, malestar estomacal, sensación de mareo o desmayo, temor a perder el control o enloquecer, temor a morir, aturdimiento, escalofríos o calores súbitos.

En ausencia de estos síntomas, el guabinoso exhibirá tan sólo un descarado “juego vivo” dirigido a la evasión de sus responsabilidades o a salirse con las suyas por la vía del no hacer, hacer lo minimo o hacer lo que le da la gana.

EL  TORTUGUISMO:  VIRTUD O DEFECTO

El tortuguismo corresponde a la persona que se caracteriza por la lentitud y la pasividad con que afronta sus quehaceres y su vida.  El tortuguista es por definición una persona lenta, parsimoniosa y pasiva; cuyo temperamento flemático suele desperar a los familiares, compañeros y conocidos.

La persona tortuguista acude a la dilación de las cosas en un esfuerzo por asumir un precario control de su entorno, de su tiempo y de su conducta.  Cuando el ambiente le exige, el responde con su pasividad y cuando el tiempo apremia, responde con lentitud.  Aun cuando las cosas son para él mismo, tienden a procrastinar.

El tortugismo puede parecerse a la paciencia si implica soportar con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, en cuyo caso será una virtud.  O puede ser un defecto si genera pasividad ante el sufrimiento, un no reaccionar o un simple aguantarse las cosas, aunque afecten la propia integridad o la integridad de otros.

El SOFOCOSO: HIPERACTIVIDAD O NECEDAD

El Socofoso es un individuo que no solo no tiene tranquilidad sino que no deja vivir tranquilos a los demás.  La persona sofocosa no tiene quietud por lo que causa ciertos malestares en las personas que le rodean.   En sentido figurado, la persona sofocante puede causar una repentina o transitoria sensación de calor que nace en el tórax y cuello, sube a la cara y posteriormente se distribuye por el resto del cuerpo, se acompaña de enrojecimiento y sudor, y muy a menudo va seguido de una sensación de frío. En ocasiones hay palpitaciones, ansiedad, sensación de presión en la cabeza y pecho, de ardor, de ahogo, náuseas, y dificultad para la concentración. 

Es decir, que la persona sofocosa puede causar una sensación de asfixia.  Usualmente, acaba con la paz y la tranquilidad de otras personas debido a su hiperactividad, caracterizada por actividad continua y sin objeto, corta capacidad de atención, mucha distractibilidad, mucha excitabilidad: emociones lábiles o fluctuantes (pasando del llanto a la risa en el espacio pocos de minutos), impulsos incontrolados, mala concentración, indiferencia al peligro y al dolor, poca respuesta a la recompensa o al castigo, destructibilidad; agresividad; mentiras, berrinches, constantes choques con cuanto le rodea propensión a los accidentes: torpeza, dificultad de percepción; problemas audiovisuales, irregularidad en la etapa de desarrollo, incapacidad de completar algo espontáneamente, necesidad de continuos recordatorios, incapacidad de ejecutar actividades coordinadas, socialización deficiente; falta de respeto hacia las necesidades o propiedades de los demás; incapacidad de hacer amigos, conducta conflictiva, necesidad de supervisión constante y, por lo general, son muy necios.

EL POCO ME IMPORTA: DESPRECIO Y “BURN OUT”

El “Poco me importa” es una persona que tiene una actitud de menosprecio intenso por las cosas, por su entorno y por las personas que le rodean.  Al “poco me importa” todo le da igual.  Se caracterizan por un desprecio profundo hacia las cosas que no son importantes para ellos o que no son su responsabilidad.  El “poco me importa” puede ser un sujeto que se ha cansado de pelear contra los molinos de viento y adopta esta postura defensivamente o, bien, ser una persona que no quiere compromisos con las cosas, con su entorno y con otras personas.  Este tipo de persona suele ser poco colaborador, poco comprometido y un tanto egoista.

En cualquier caso, el “poco me importa” sufre un “burn out” que es peligroso para sí mismo, para otras personas y para el trabajo en equipo, ya que sufre de agotamiento físico, moral, emocional y mental, causado por involucrarse en situaciones emocionalmente demandantes, durante un tiempo prolongado. En este caso, es un padecimiento que se trata terapeúticamente por medio de una reestructuración cognoscitiva que consiste primordialmente en revisar su filosofía de vida, determinando con claridad sus objetivos existenciales, ajustándolos a la realidad, a sus sueños y a sus posibilidades.