jueves, 26 de febrero de 2015

Creatividad: herramienta intelectual y sociocultural

sábado 26 de noviembre de 2011 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme
    Psicólogo
Redacción digital
online@laestrella.com.pa


En una conversación casual, Demetrio comentó, entre otras cosas, que ‘el problema de muchas personas es que no son creativas’. Argumentando, además, que ‘la creatividad no se enseña en las escuelas’. ‘Es más’, continuó, ‘ser creativo puede tener elevados costos para los niños, pues la pregunta ¿qué estas inventando? puede ser el preludio de un castigo’. ‘Any way’, dijo en inglés, frase que corrigió al instante, ‘de cualquier forma hay que enseñarle a las personas, especialmente a los niños, a ser creativas, a tener creatividad. Pero ¿qué es la creatividad? ¿Cómo se puede enseñar a las personas a tener una perspectiva creativa de la vida y de las cosas? Y ¿cuáles serían los beneficios personales y sociales de la creatividad?’.









Me quedé con esas preguntas y decidí buscar respuestas a las interrogantes planteadas por Demetrio. Comencé pensando que la creatividad es la principal fuente de nuestras vidas, un verdadero tesoro en la mente, pues todo lo que nos hace humanos es producto de la creatividad, como el lenguaje, el sistema de valores, la capacidad artística, los descubrimientos científicos, los avances tecnológicos e incluso las cosas, productos y servicios que hacen de la vida cotidiana más práctica y placentera.
La creatividad es una capacidad de la persona, es el proceso de presentar un problema a la mente con claridad o como un presentimiento, a veces, como algo que se imagina, se visualiza, se supone o se medita, se contempla o se intuye, y luego, en base a ello, producir, crear o inventar una idea, concepto, noción o esquema artístico, hacer reestructuraciones y productos, según líneas nuevas o no convencionales, originales, útiles, que satisfagan a su creador y a otros durante un periodo y que puedan ser evaluados por expertos teniendo en cuenta su alto valor científico, estético, social, tecnológico o práctico.
Por tanto, todos tenemos, con mayor o menor grado, la posibilidad de ser creativos y, de hecho, la creatividad, dicho por Csikszentmihalyi, no es exclusivamente un proceso mental, sino también social y cultural. Esto es, la creatividad no se produce solo dentro de la cabeza de las personas, sino en la interacción entre los pensamientos de una persona y un contexto sociocultural. Para este autor, ‘la creatividad es el resultado de la interacción de un sistema compuesto por tres elementos: una cultura que contiene reglas simbólicas, una persona que aporta novedad al campo simbólico, y un ámbito de expertos que reconocen y validan la innovación. Los tres subsistemas son necesarios para que tenga lugar una idea, producto o descubrimiento creativo’.
De esta manera, la posibilidad de ser o de convertirse en una persona creativa dependerá de factores susceptibles de ser cultural y socialmente compartidos por todas las personas. Las interrogantes que planteó Demetrio han de ser exploradas a conciencia para obtener respuestas acerca de temas como las fases del proceso creativos, las características de las personas creativas, los criterios para la enseñanza de la creatividad y los beneficios y las ventajas personales y sociales de la creatividad.