martes, 24 de febrero de 2015

Cómo se construye el amor de pareja


sábado 24 de septiembre de 2011 - 12:00 a.m.
Nelson Riquelme
MGTER. EN ORIENTACIÓN EN SALUD MENTAL.

Redacción digital
El señor Andrés y la señora Carolina todavía caminan tomados de la mano. De vez en cuando, ella le roza la mejilla y le acaricia el escaso cabello con cierta ternura. Él, por su parte, le toma las dos manos en una actitud que denota cariño y le besa en la boca. Y aunque frecuentemente pueden anticiparse a lo que están pensando, cuando están juntos conversan animadamente de cuanta cosa ocurre a su alrededor, de lo que sienten y de lo que piensan. En marzo cumplieron cincuenta y tres años de matrimonio y lo celebraron en compañía de sus tres hijos.

Interrogados por su hijo mayor, Andrés Jr., recientemente divorciado, sobre lo que hay que hacer para que el amor perdure tanto tiempo, contestaron: ‘En principio, como nos amábamos, decidimos tener una vida juntos, un proyecto de vida basado en el respeto mutuo. Decidimos hacer frente a nuestros problemas juntos, comunicándonos todo en todo momento. Decidimos que si peleamos no nos acostaríamos hasta haber resuelto nuestros asuntos, al principio tuvimos varias trasnochadas hasta que decidimos aceptar nuestras virtudes y nuestros defectos, aprender a vivir con ellos y evitar la tentación de tratar de cambiarnos.

Resultado de imagen de amor de pareja de ancianosNunca’ y ‘siempre’ estaban vedados en nuestro vocabulario y, sin embargo, procuramos ‘siempre’ ofrecernos muestras de cariño y casi ‘nunca’ nos lanzábamos epítetos hirientes u ofensivos. Al principio nos amábamos como locos, luego nos tranquilizamos y regularmente atizábamos nuestro fuego, entregándonos desenfrenadamente al amor y al sexo. Procurábamos que el fuego no se apagara. Gozamos de una relación íntima, tan íntima que vivíamos para nosotros y no dejamos que nada ni nuestros hijos, ni los problemas se interpusieran entre nosotros, todo lo conversábamos. El dolor o el placer de uno, era de los dos.

Desde que nos casamos tuvimos en mente que el matrimonio era para toda la vida. Que juntos teníamos que luchar por salir adelante, no importaba cuál problema tuviéramos. Y vaya que hemos tenido problemas, desavenencias y conflictos. Pero, como el divorcio no estaba en nuestra agenda o pensamiento, sabíamos que los teníamos que afrontar y que si trabajábamos unidos los podríamos superar juntos’.

Reflexionando, sobre lo que me comentaba Andrés Jr., me acordé de que, según Robert Sternberg, el amor verdadero o consumado tiene tres componentes fundamentales que son la pasión, la intimidad y el compromiso. La pasión se entiende como el deseo intenso y la necesidad acuciante por la otra persona, por estar con la otra persona; la intimidad se refiere al grado o nivel de los vínculos, del acercamiento y la conexión con la otra persona; mientras que el compromiso implica las decisiones pertinentes al amor y a las tareas que favorecen su mantenimiento de la relación. Los tres componentes deben aparecer en dosis adecuadas, en equilibrio y se distingue de otros tipos de amor, basados en dos o en un solo elemento.

Por ejemplo, del amor romántico, que se tiene al principio de la relación de pareja, se caracteriza por una pasión desbordante y una intimidad creciente, pero carece de compromiso; el amor fatuo y formal, posee pasión y compromiso, pero no tiene intimidad; mientras que el amor sociable posee intimidad y compromiso, pero le falta pasión. Por otro lado, el amor sin compromiso y sin intimidad, tan solo pasión no pasa del encaprichamiento; el amor sin intimidad y sin pasión, solo compromiso, está vacío; y el amor que no posee pasión ni compromiso, solo intimidad, no pasa de ser un simple cariño.

Señala este autor, que el amor es algo vivo y que por tanto puede haber un patrón o secuencia en el desarrollo del amor; por lo que se entiende que muchas parejas podrían comenzar una relación sin nada de amor, con el tiempo, a medida que crece la cercanía pasa al encaprichamiento, solo pasión, sin intimidad ni compromiso; más tarde puede tener lugar el amor romántico, en la medida que se añada intimidad a la pasión; y, finalmente, amor consumado o verdadero, cuando la pasión y la intimidad reciben el complemento del compromiso.

De esto se puede interpretar que dos elementos hacen parte del amor y pueden ser un paso, pero no son el amor verdadero. Tal es el caso del amor romántico, el cual suele confundirse con el verdadero amor o el caso del amor sociable que puede considerarse erróneamente con el amor maduro y estable. El ciclo del amor implica que la pasión eventualmente disminuye; sin embargo, la intimidad, el cariño y el compromiso aumentan con el paso del tiempo.

Por lo tanto, hay que cultivar el amor, hay que construir el amor, teniendo dosis adecuadas y equilibradas de estos tres componentes (pasión, intimidad y compromiso). Cultivar el amor o construir el amor significa que hay que mantenerse amorosamente en forma, tener sexo regularmente, mantener la ‘chispa de la ilusión’, evitar la monotonía, expresarse cariño mutuamente, reírse juntos, cuidar de los hijos en armonía, hacer cosas unidos, resolver los problemas juntos, acompañarse y apoyarse en la dificultades, disfrutar de la mutua compañía, tener un proyecto de vida juntos, cuidarse para la otra persona, comunicarse constantemente y respetar el espacio personal mutuo.

En fin, el amor verdadero no es una gracia inmerecida sino, todo lo contrario, es fruto del cultivo constante de una relación que merece cuidado y atención, la cual si está sólida y consolidada puede ayudarnos a sortear muchos avatares de la vida, proveyéndonos de muchas satisfacciones en la vida; por el contrario si la relación está débil y maltrecha no soportará ni siquiera la menor tormenta de invierno, siendo motivo de ansiedad y tristeza. El señor Andrés y la señora Carolina son un ejemplo del amor verdadero y a esta altura de su vida saben cómo lo lograron.

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